Sí amigos, allá por los lejanos años sesenta, pasada ya la medianía, un hombre, junto a su amada esposa, se vio obligado a tomar una decisión de esas importantes en la vida, de las que marcan, pero que asumía debido a sus raíces, descendían de los mismísimos conquistadores,


tomó sus cosas y se puso a navegar,
una camisa, un pantalón vaquero,
y una canción.
Dónde irá,
dónde irá.
Se despidió ...
Tras su campaña en tierras germanas, regreso, tiraba con fuerza el lazo de la familia que aquí quedó y sabiendo que sería un esfuerzo mayor siguieron la lucha en casa. Ahora el futuro no estaba en poniente sino en levante y tomando mujer, hijos y algunos trastos, cruzaron la piel de toro, hasta llegar a Valencia.
Valencia, quien lo iba a decir, de la dehesa al campo valenciano, de las bellotas a las naranjas, de ver ponerse el sol a ver amanecer antes que nadie. Fue una etapa corta, dura, ahora era la mujer la que sufria, la humedad que sentia en Valencia, iba derrotando poco a poco sus huesos, desgastados por el nacimiento de sus hijos, aún así en la de Febrero, como hoy se dice: a la Luna de Valencia, disfrutaron de una noche de esas que hacen época y que marcan, vaya que si marcan, tanto como que en unos meses ya en casa, en sus origenes la luna se hizo sol y parió un angelito, a la de Valencia le pidieron una Ninfa, pero no pudo ser.
Este angelote, regordete, con la mirada puesta en el mundo y el mundo en su mirada, se sorprendió, se alarmó cuando supo por rumores cotillas, de la leyenda que cantaban los susurros por los rincones: su madre, al nacer niño, lo quiso tirar al Guadiana, rio de vida, que riega de vida de la vega extremeña, pero que juguetón aparece y se esconde. Fué, como no, la abuela, quién tomándolo en su regazo le quitó de la cabeza esa tonteria a la madre pesarosa de no haber tenido una preciosa niña.
Fue creciendo, inconscientemente estaba muy unido a su madre, la adoraba, eran cómplices, según crecía y para hacer rabiar a su madre le recordaba que le quería tirar al Guadiana, ella gruñía y no daba crédito a cómo un comentario estúpido podía marcar de esa manera a un niño. Empezaba la adolescencia y el niño, que era feliz dibujando y pintando, descubrió el que sería su libro favorito, no era amante de la lectura pero ese canto a la libertad y la superación le marcó tanto o más que saberse nadando en el juguetón Guadiana
Creo que llevaba en sus genes dos marcadores profundos que, de manera desconocida se debieron unir a lo mas profundo de su ser, amaba el mar, pudiendose pasar horas disfrutando con la mera contemplacion del mismo y si nada ni nadie lo impedía, cada mes, corria al encuentro de su otra madre, para abrazarla y darle un beso, la Luna.


Otro momento duro, muy duro fue cuando se rompieron las ligaduras que unían su vida a la de su madre, o cielos que momento más desgarrador, cuantas horas de viaje, lágrima tras lágrima, bien se podía pensar que en lugar de un autobús viajaba en barca, pero era lo que en ese momento tocada, habían sido tantas cosas vividas juntos, tantos años de complicidad, tanto apoyo, tanta compañía y comprensión... Lo cierto es que tuvo que echar a volar con su pesada carga pero con su ánimo liviano



entonces: ¡plumas para que os quiero!
Ahora el angelote parece que quiere romper nuevas cadenas, según dicen los cantos de sirenas, se ha hecho Ángel; siente preparadas las alas con plumas nuevas, con cartas de navegación estudiadas, quiere volver a ver a Juan, aquel que le hizo volar perplejo en su juventud y que ahora le llama para que alce el vuelo, que descubra nuevos mundos, nuevos retos, este angelote se siente fuerte y sabe que puede sostener un mundo nuevo en un nuevo amanecer
Momento es de cerrar heridas, recuerdos, vivencias, alegrias, logros y decepciones en un baul. Es el instante en el que abres una puerta a lo desconocido, así te parezca temeroso, sientes ese gusanito en el cuerpo, que con mucho esfuerzo y trabajo va poco a poco cambiando y que se transformara en una bella, maravillosa y grácil vida.
Erase, que se era, un angelote que llego del cielo, que la madre Luna entrego a una mujer, que los sueños le hicieron volar, disfrutar y vivir, que sus raíces le hicieron conquistar como sus antepasados descubriendo nuevos y maravillosos mundos y que como ellos ahora se enfrenta a otra conquista
Erase, que se era, amigos, la vida, o no, de un Saunero cualquiera

Besos, os quiero.
... Y se marchó,
y a su barco le llamó Libertad,
y en el cielo descubrió gaviotas,
y pintó, estelas en el mar.
Erase, que se era, lo que fue.