Me niego a dejarte ir, me duele, no quería verlo pero es inevitable, debo admitir que será lo mejor, lo mas digno que te mereces.
Por segunda vez en mi vida, tiene que ser un día triste y gris, ese que me golpee con el mazo del dolor mas hondo. Como se amontonaban esta mañana los recuerdos, y siguen llegando a raudales mientras intento que las lagrimas me permitan escribir este merecido homenaje.
Éramos como dos lobos solitarios que por fin, se encontraron y juntos hicimos frente a todo. Yo que tenía miedo cuando tras el primer mes de estar conmigo, tuve que dejarte con tu primer amo, quien te crió, pero no, basto un simple: Venga vámonos a casa; para que corrieras a mi lado y regresar a tu nueva casa. Cuantos viajes juntos: ¿recuerdas aquellos juegos con las olas en Huelva? O cuando disfrutábamos de la montaña, aprendiste a saltar la valla de piedra y corrías a por las ardillas, cuando me intranquilizaba, por tu ausencia, un silbido bastaba para que estuvieras de nuevo a mi lado. Ay aquellas salidas de cacería, parece que las puedo sentir, en tu haber hay un par de rabos de lagartija y una pequeña musaraña, ahí es nada; eso si el estilazo que mostrabas saltando sobre tu presa no lo igualaba nadie. Tu tranquilidad contrastaba con todos los comentarios de aquellos que decían que tenias que ser independiente y desobediente, que ibas a tu aire; nada mas lejos de la verdad, algún día eras mas cabezón, pero ¿y quien no? Aquel día en que nos levantamos, era el 24 de Diciembre, y vimos toda nuestra casa nevada, una nevada copiosa que duro al menos una semana, como deseabas bajar a dar un paseo y juguetear con ella y me hacías amagos para que jugara yo de igual manera, no entendías que no corriera y brincara. Por aquel entonces, me mostraste la mejor prueba de fidelidad y de amor que existe, casi entro en un bucle de depresión si no hubiera sido por ti, estabas ahí atizando con tu hocico para hacer que me moviera, que me entretuviera y jugara contigo, cuando veías que ni eso, entonces tu cabeza sobre mi era mejor de los terapeutas, solidarizándote conmigo, lo superamos y disfrutamos como nunca de la vida.
Y esos viajes que nos marcábamos, tu en el asiento trasero, impaciente hasta que veías que íbamos ya en marcha por la autovía, ahí te tumbabas tranquilo, salvo cuando tres o cuatro kilómetros antes, no puedo precisar como lo hacías, pero en pie cerca tu cabeza a la mía, pasábamos junto a la Guardia Civil de Trafico, ¿Cómo lo hacías?
Te enfrentaste con una valentía impresionante a atacantes que te doblaban y casi te triplicaban el tamaño, siempre cuando se ponían muy pesados, sino tu ser era pacifico y tranquilo, huías de las broncas; me viene a la memoria el ataque de aquel grandillón, te hizo heridas graves, pero fue la única vez que vi quejarte lastimosamente, incluso ahí mostrabas tu raza, tu coraje, apenas salía un quejido bajito.
Las chicas también te traían loco, loco. Menudo galán, que porte.
Me duele, mucho, más de lo que imagine, y lo suponía que seria así. Vela por mí, cuida de mí desde allí donde estés, no permitas que me hagan mal. Tendrás muchos amigos nuevos, siempre te recordare, Thor me quedo solo, y no quería que esto me pasara, se me va todo, me quedo con tu recuerdo, tus recuerdos, con esa cara de niño que siempre tuviste, pero con un inmenso vacío, te quiero, gracias por los años que me diste.