martes, 28 de julio de 2009

Reflexiones sobre la vida cruel y caprichosa.

Era el año pasado cuando, por este mismo mes, Julio, la vida me machacaba por segunda vez. Se llamaba Juan, y no se muy bien por qué me cautivo, me deslumbró y consiguió que apartara la férrea promesa que me hice de no volverme a enamorar, de no volver a pasar por lo mismo, yo no podía caer en ese dolor de nuevo, yo no. Fue que sí, que caí, sufrí, llore y pasó poco a poco, gracias a muchos de los amigos que me rodeaban y que de manera constante me daban su cariño, amistad y me animaban a seguir hacia delante, mostrando que la vida seguía. En esos momentos totalmente por azar, se cruzo en mi vista un perfil en la pagina Bear, me llamo tremendamente la atención pues mostraba un texto desgarrador, lleno de un sentimiento y carga emocional tremendo para mi, sobretodo en aquellos momentos. Decidí contactar con él para compartir las emociones. Fueron varios días de chateo, hablar por teléfono, había encontrado un nuevo amigo. Todo ello derivo en la posibilidad de venir a echarme una mano con mi negocio, que estaba aún en pañales, así lo acordamos y llegó, una tarde de Agosto, su primer regalo fue su sonrisa, limpia, tierna, sincera. Nos presentamos formalmente y comenzó la relación laboral. No era el prototipo de persona en la que yo me fijaría a primeras, para una posible relación, pasaron los días y caímos los dos en lo que teníamos que caer, fue un día de playa inolvidable, estábamos en la orilla de una playa llena de gente completamente ajenos a ellos, y fue como muchos de vosotros habéis vivido en alguna ocasión, maravilloso, tierno, romántico.
Pasaron los días y llegaron los fantasmas que en un par de ocasiones conseguimos espantar, pero luego ya no pudo ser. Aceptamos esto, con más o menos ganas o entendimiento, pero tocaba. Le tenia cerca, disfrutábamos juntos de infinidad de cosas, nos reíamos, me hacia bailaitas, si a su pollito, nos enfrentábamos a la vida estoicamente día a día. Pero, la vida me tenía reservada otra estocada más. Lo perdí, se fue, no lo entiendo y no podré entenderlo, debo estar muy equivocado, pero le veo irse sin rumbo, sin un destino, sin nada, ahora que podríamos haber conseguido encaminar la vida poco a poco. Dejó aquí a su pollito, en el nido, piando desconsoladamente por aquel que no volverá. Dios como duele, lo siento por los que vendrán, pero no, intentare con todas mis fuerzas no pasar mas por esto, mi corazón tiene pocas cicatrices pero demasiado profundas, no creo que resista mas. José: por este texto nos conocimos y me llego al corazón en su momento; hoy no cambio ni una coma, ni una palabra de lo que tu en su día escribiste, sabrás como estoy. Sólo deseo que se pase lo mas rápido posible, pero durara este amargo momento, y que encuentres algo de lo que puedas buscar, que seas inmensamente feliz, este año que he pasado junto a ti lo merece.

No hay comentarios: